Trangresión y seducción

AMY MARTIN / LULÚ

Una antigua leyenda cuenta que la caja de Pandora contenía toda clase de males. Una vez fue destapada y salió la mujer.

El mito inspiró a Franz Wedekind a escribir su célebre drama en el que la protagonista es Lulú, la fémina perversa que destruye a los hombres.

El personaje motivó a Alban Berg a componer una de sus principales óperas y también a Georg Pabst a filmar La caja de Pandora (1929), en la que Lulú es interpretada por la genial Louise Brooks, encarnación de la maldad.

Como muy bien observa Adorno, Lulú es la personificación de la transgresión, de una mujer que utiliza el sexo para dominar a los hombres y que destruye cuanto toca. Representa un arquetipo grabado en el inconsciente colectivo, que ejerce, a la vez, miedo y fascinación entre los varones y deseos de emulación en las mujeres.

Veo en Amy Martin la encarnación de esa fantasía de la mujer fatal, que seduce, engaña, roba, simula y destruye cuanto toca, pero que suscita una atracción fatal. Y es que la transgresión conmueve secretamente a un público que añora lo prohibido.

Amy Martin logra crear eso que Georgy Lukacs llamaba en su Estética «aura», que es una imagen cargada de intensidad emocional que perturba al espectador.

El aura transmite una serie de emociones que no pueden ser verbalizadas y que evocan asociaciones enterradas en nuestro más profundo inconsciente. Como en el antiguo mito de Medusa, el que mira queda petrificado.

Sólo eso explica la profusa difusión de fotografías de Amy Martin y la proliferación de sus videoclips en las redes. La corrupción pasa a segundo plano y emerge el poder seductor de la transgresión. Eso es lo que de verdad sugieren esas imágenes y ese enigmático personaje, del que en realidad nada sabemos y que trasciende a Irene Zoe Alameda.

Amy Martin es mucho más real que Irene Zoe, esposa de Carlos Mulas, ex directora del Cervantes en Estocolmo y colaboradora de la Fundación Ideas. Amy Martin es otra mujer, es un mito que se esconde tras sus disfraces y que refulge bajo ese aura de lo prohibido.

Lo prohibido es un momento de la transgresión, que en última instancia es la negación de los roles sociales que todos tenemos asignados.

Adorno vio en la figura de Lulú una provocación inaceptable para la sociedad burguesa. Por eso, critica a Berg cuando en su ópera la hace morir de amor en un intento de redimirla de sus pecados. No, ni Lulú ni Amy Martin tienen posibilidades de salvación. Por eso atraen tanto.